El término «Ruta de la Seda» se creó en 1877 y fue un término acuñado por el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen para describir una amplia red de rutas comerciales que unían por tierra y mar el extremo o lejano oriente con algunas principales ciudades y puertos europeos y africanos. Desde China, las rutas contaban con escala en lo que se conoce como Indonesia, Mongolia, Rusia, Pakistán, Kirguistán, Turkmenistán o Kazajistán. También Tayikistán, Uzbekistán, Irán, Georgia, Azerbaiyán, Egipto, Somalia o Turquía. Estas rutas nacieron durante el último tercio del siglo segundo a. C. como respuesta a la necesidad imperial china de encontrar mercados para sus productos

Si bien la seda china era, quizá, el producto más preciado, hubo muchos otros. El intercambio en las rutas era bidireccional. Y englobaba artículos como el jade, las perlas del golfo pérsico, el marfil, los célebres diamantes de Golconda, el coral, la porcelana o el papel. Aunque el principal afán era económico, las rutas terminarían por generar un rico e interesante intercambio cultural y religioso. Fueron muchos los religiosos, exploradores y comerciantes que se interesaron por esta ruta pero sin duda, el más célebre de todos ellos fue Marco Polo (1254-1324). El veneciano que procedía de una familia de comerciantes que recorrió la Ruta de la Seda durante el siglo XIII, recogió sus viajes por Asia en el célebre libro Los viajes de Marco Polo

La Ruta de la seda está considerada por los más viajeros como una de esas rutas que debes hacer antes de morir, así que si tienes intención de realizarla, en este artículo te contamos cuáles son los mejores puntos para disfrutar de esta ruta milenaria y de sus obras arquitectónicas. 

Danza tradicional de Khiva (Uzbekistán). Fuente: Shutterstock

¿Cuáles son los países de la ruta de la seda?

Como ya se ha indicado, no había una sola ruta, sino toda una red de rutas marítimas y terrestres. La primera de todas ellas llevó la seda china hasta la Partia (parte de la actual Irán) de Mitríades II, quien quedó fascinado con el tejido. Algo similar ocurriría posteriormente con Roma en tiempos del emperador Augusto. La ciudadanía pudiente romana reconoció de inmediato las bondades de la seda y la demandó en cantidades.

Los caminos distaban de ser amables o sencillos en muchos casos, pero también es cierto que se estableció un hábil sistema de postas. Cada cierta distancia había hoteles para que los viajeros y comerciantes en la ruta pudiesen descansar. De esta forma, las caravanas se las ingeniaban para atravesar los amplios desiertos y caminos escarpados de Asia Central. Una de las rutas más interesantes y seguidas hoy día lleva al viajero desde China hasta el Cáucaso y las estribaciones del Mar Negro. A través de las viejas repúblicas soviéticas, hoy independientes.

1. Azerbaiyán

Este fue uno de los tramos más estables y seguros. Y puerta a Europa durante siglos. Para los comerciantes, poseía además el atractivo de que gran parte del recorrido se hacía por agua, siendo este más barato. El intenso tráfico comercial favoreció la creación de nuevas ciudades y el apogeo de una artesanía única y de gran calidad. La ciudad de Barda (capital desde el siglo V) llegó a ser considerada uno de los epicentros del comercio mundial. Los caravasares, presentes en todas las ciudades importantes, proporcionaban descanso, comida, baños y servicios religiosos.

Mausoleo Imamzade en Azerbaiyán. Fuente: Shutterstock

2. Georgia

Esta fue una zona de encarnizadas disputas entre Bizancio y Persia. Ambos imperios intentaban controlar la ruta y favorecer sus propios intereses. Finalmente, ello dio como resultado un impresionante sistema de fortificaciones. Por ejemplo, los 160 km que unían Poti y Sujumi. Los monjes cristianos edificaron monasterios en el país. Y junto a ellos se crearon asentamientos bien protegidos, siendo estos una parada segura para los viajeros. Las rutas seguían en gran medida los cauces fluviales, terreno más apto para desplazarse rápidamente. El turista encontrará en Georgia un paisaje singular repleto de puntos de interés como por ejemplo los espectaculares paisajes de casas-cueva de Kajetia o el monasterio de Vardzia.

Monasterio medieval Vardzia excavado en la montaña (Georgia). Fuente: Shutterstock

3. Kazajistán

Los gobernadores de la región exigían parte de la mercancía o efectivo como pago por sus labores de protección. En algunos casos, los caravasares que permitían a los viajeros descansar terminaron por convertirse en auténticas ciudades. Un proceso que tenía lugar de manera natural y no planificado. El sur de la región fue quien acogió el grueso de los viajeros. Con Semirechye como punto central, surgieron ciudades como Suyab, Ispidzhab o Taraz. El Mausoleo de Khoja Ahmad Yasavi o el Oasis de Otrar son lugares con gran valor histórico en la actualidad.

Mausoleo de Khoja Ahmad Yasavi (Kazajistán). Fuente: Shutterstock

4. Tayikistán

Este fue un nodo que permitía conectar regiones como Sogdiana, Ferganá y la Bactria con Afganistán, China y la India. Si bien este era un tramo escarpado y difícil, a través de las montañas, también era bastante seguro. Algunas de las rutas eran conocidas como Pamir, Karotegin, Jatlon o de Sogdiana. En la región de la Sogdiana, los artesanos elaboraban preciadas armas y comerciaban con sales de colores, joyería o cueros. En la actualidad, el visitante encontrará auténticas joyas en el país. En Juyand encontrará el Mausoleo de Sheik Muslekheddin o el Mercado Oriental. En la ciudad ancestral de Panjakent descubrirá una variedad arquitectónica más que reseñable y espectaculares conjuntos arqueológicos. Y en Istaravshan podrá disfrutar de un gran patrimonio religioso.

Juyand (Tayikistán). Fuente: Shutterstock

5. Uzbekistán

En la actual Uzbekistán se encontraban centros tan importantes como Samarcanda, Bukhara o parte de Ferganá. Uzbekistán fue un importantísimo centro de cría y venta de caballos. De hecho, los caballos de Ferganá eran conocidos como “caballos celestiales” por su enorme fortaleza y velocidad. Además, desde allí se daba salida a gran cantidad de piedras y metales preciosos y semipreciosos, así como a elaboradas telas. Para el viajero es imprescindible visitar la ciudad de Samarcanda catalogada como Patrimonio Mundial. Esta ciudad con más de 27 siglos de historia ya era importante cuando Alejandro Magno la conquistó en el 329 A.C. Asimismo, el centro histórico de Bukhara (Bujará) y la ciudad de Termez tienen muchísimo que ofrecer. Recuerda que si piensas visitar Uzbekistán debes hacerlo asegurado ya que este país no forma parte de la Unión Europea y las coberturas de la Tarjeta Sanitaria Europea no aplican.

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Sah-i-Zinda, Necrópolis en Samarcanda (Uzbekistán). Fuente: Shutterstock

6. China

Xi’an (Chang’an en la época), antigua capital del país, era el punto de partida oriental de la Ruta de la Seda. Y esto la convierte en un lugar de peregrinación y visita obligatoria. Además de su gran riqueza natural, alberga lugares de inmenso interés cultural e histórico. Allí se encuentran los famosos guerreros de terracota, el sepulcro de decenas de emperadores, la Gran Pagoda del Ganso Salvaje o una imponente muralla. En la provincia de Sinkiang, otro de los lugares de paso, puede visitarse la ciudad de Jotán. Ésta, en las orillas del Río de Jade Blanco, fue un importante centro de creación de alfombras y sedas. Y actualmente, cuenta con numerosos yacimientos arqueológicos.

Guerreros de Xian (China). Fuente: Shutterstock

7. Irán

Algunos tramos del célebre Camino Real Persa, mandado construir por Darío I en el siglo V A.C., sobrevivieron como parte de la nueva ruta. Siendo Irán un territorio de paso imprescindible hacia el Golfo Pérsico. Y a pesar de la convulsa historia y los numerosos conflictos, han sobrevivido una gran cantidad de vestigios en Teherán, Jorasán, Golestan, Semnan o Kazvin. En Irán se comerciaba con opio, las codiciadas especias, la seda o las joyas de procedencia india. Para el viajero, la ciudad de Kashan es un ejemplo perfecto del encanto de este país. Se dice, además, que este fue el posible lugar de origen de los llamados Reyes Magos (mago como casta sacerdotal persa). Para viajar a Irán no dudes en consultar esta completa guía de viaje.

Mezquita Agha Bozorg en Irán. Fuente: Shutterstock

8. Kirguistán

Nuevamente, la afluencia de los comerciantes condujo al surgimiento de ciudades comerciales y artesanas como Balasagun, Boroskohon, Tash Rabat, Osh, Novokent o Uzgen. Y la región fue un boyante centro cultural durante gran parte de la Edad Media. Las principales arterias unían Osh con Samarcanda, Burat con Zamin Rabat y Termez con Kashgar. El visitante puede contemplar el caravasar edificado en piedra de Tash Rabat, el complejo y minarete de Uzgen, la Torre de Burana (Valle de Chuy) o la Montaña sagrada de Sulaimán Too. Como Kirguistán no forma parte de la Unión Europea si quieres visitar el país es muy recomendable que cuentes con un seguro que cubra todas las eventualidades durante el viaje tal y como recomienda el Ministerio de Asuntos Exteriores.

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Mezquita Sulaiman-Too en Osh (Kirguistán). Fuente: Shutterstock

9. Turkmenistán

La ciudad-oasis de Merv ha sido catalogada como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Y es uno de los destinos más interesantes de toda la Ruta de la Seda. Esta ciudad fue considerada una puerta principal hacia el Asia Central. Habitada desde tiempos remotos, fue rebautizada como Alejandría de Margiana tras su conquista a manos de Alejandro de Macedonia. Bajo el dominio del Imperio Seléucida, se edificó una muralla de más de doscientos kilómetros para protegerla. Y ya en la Baja Edad Media se convirtió en la capital del Imperio Selyúcida. Finalmente, la gran Merv cayó en la ruina tras las campañas de Gengis Kan (1221). Actualmente se encuentra protegida y alberga descomunales ruinas de roca, mezquitas y mausoleos.

Ciudad-oasis de Merv (Turmenistán). Fuente: Shutterstock

¿Dónde comienza la Ruta de la Seda?

Las antiguas rutas de la seda partían desde la capital china Chang’an y se dirigían primero hacia Gansu y luego hacia Dunhuang (Desierto del Gobi). Una vez llegaba a la llamada Puerta de Jade, la ruta se dividía en dos, bordeando el desierto de Takla Makan bien por el norte, bien por el sur.

La ruta norte era la siguiente: Una vez llegados a Hami, y siguiendo la línea marcada por las Montañas Celestiales, corría de oasis en oasis hasta el límite norte del desierto. Ciudades como Turfan, Karashahr, Kucha, Aksu, Tumchup y Kashgar.

Por el sur, igualmente se avanzaba de oasis en oasis. Esta vez, siguiendo el límite septentrional del Tíbet. Pasando por Miran, Endere, Niya, Keriya, Khotan y Yarkand. Y confluyendo con la ruta norte en Kashgar.

Desde dicha ciudad, comenzaba el peligroso ascenso hacia el Alto Palmir, saliendo de China. Luego Khokand, Samarcanda, Bokhara y Merv. Y, a través de Persia e Irak, hacia las costas del Mar Mediterráneo.

El viajero actual puede escoger realizar la ruta en este sentido o bien oeste-este. Y para los residentes en España lo más frecuente es partir desde Uzbekistán.

Tashkent (Uzbekistán). Fuente: Shutterstock

Recorrido recomendado de la ruta de la seda

Existen varias opciones según se desee un recorrido más largo o más corto y se disponga de más o menos tiempo. Las rutas turísticas se encuentran ya plenamente asentadas y contarás con una planificación rigurosa. Una de las rutas más cortas y veloces pasa por Xinjiang en China y Samarcanda y Bujara en Uzbekistán. Si cuentas con más tiempo y deseas realizar una más completa, tienes la opción de recorrer ocho mil kilómetros en unos cuatro meses a través de China, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán y Turquía. Obviamente, debes recordar que resulta imprescindible tramitar todos los visados correspondientes y tenerlos en orden antes de comenzar.

¿Cuánto se tarda en recorrer la Ruta de la Seda?

Como ya hemos dicho, la ruta ancestral lleva varios meses. Sin embargo, actualmente hay disponibles trayectos que varían entre los 27 y los 15 días. Se considera que los siguientes lugares son visita obligada por su alto interés monumental: 

  • Samarcanda.
  • Bujará.
  • Jiva.
  • Urgench.
  • Bishkek.
  • Lago Son Kul.
  • Tash Rabat.
  • Kashgar.
  • Turpan.
  • Duhuang.
  • Jiayuaguan.
  • Lanzhou.
  • Binglisi.
  • Monasterio de Labrang.
  • Xiahe.
  • Tianshui.
  • Xi’an.
Minarete Emin en Turpan (China). Fuente: Shutterstock

¿Cómo se viajaba por la Ruta de la Seda?

Debido a la dureza y la aridez de gran parte de la ruta, los camellos eran el medio de transporte habitual. Se viajaba en grandes caravanas que paraban en hostales o caravasares más o menos cada 30 kilómetros. Y estos hostales se enriquecieron con diversos servicios y en muchos casos terminaron por ser el germen de auténticas ciudades. Se tardaba varios meses en recorrer los más de ocho mil kilómetros de ruta.

La constante amenaza mongola llevó a China a parapetarse tras la Gran Muralla, muy preocupada por su seguridad. Ello, amenazó la prosperidad de la Ruta de la Seda, que finalmente cayó para cuando el imperio Otomano conquistó al Imperio Bizantino. Durante este siglo (XV) las potencias europeas comenzaron a buscar alternativas marítimas para comerciar con Asia. Es la época de Colón, Magallanes, Elcano, Vasco de Gama o Vasco Núñez de Balboa.

Caravana de camellos sobre baldosas de cerámica en Khiva (Uzbekistán). Fuente: Shutterstock

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